Las hermanas Mejía, han sido unas batalladoras incansables, porque pese a padecer un tipo de Parkinson congénito desde su adolescencia, han persistido en su afán de ayudar a los demás.
Aydé, Ángela e Ilduara, se han caracterizado por no claudicar ante la adversidad, muy por el contrario, con su simpatía y la sincera sonrisa que ofrecen constantemente, su condición de salud ha sido el motor que impulsa su propósito en la vida: ayudar a otras personas que padecen esa enfermedad, y lo vienen haciendo a través Fundalianza.
Su temprano diagnóstico
Con tan sólo 12 años, Ilduara fue la primera que evidenció los síntomas de una enfermedad poco conocida en Colombia en la década del 70, al sentir la contracción involuntaria de uno de sus pies y las manos, lo cual empezó a limitar muchas de sus actividades cotidianas.
Años después, los mismos síntomas se presentaron en Aydé, cuando cumplió también sus 12 años. Finalmente Ángela, quien nunca pensó que iba a estar en la misma situación de sus hermanas, al llegar a sus 18 años empezó a sentir que algo no estaba bien en sus pies y a tener dificultades para caminar.
Después de estar por 13 años en una constante lucha para sobrevivir sin ninguna esperanza de mejorar, la situación era muy desalentadora para ellas y su familia, de la que hacían parte otros seis hermanos. Uno de ellos, Gustavo (ya fallecido) también tuvo la enfermedad.
Ilduara, Ángela y Aidé padecían una patología neurodegenerativa, progresiva, para muchos desconocida, que las marcó y les tocó convivir con ella por muchos años sin ninguna ayuda científica, médica o alguna otra alternativa que sirviera para encontrar la medicina que mejorara su condición.
Fé y perseverancia
Aunque sufrieron mucho en esa época, con actitud positiva y mucha Fé en Dios, con el entusiasmo que las ha caracterizado, batallaban para superar su dura realidad.
Cada una con un gusto y una pasión especial ha podido salir adelante: Ángela escribe y pinta, Aydé, pinta, hace puntillismo y es amante del teatro, e Ilduara escribe poemas que dedica a su condición.
Pero también, la camaradería y el mutuo apoyo han sido la base para que aprendieran a sortear la adversidad y para demostrarse a ellas mismas y a la sociedad, de que a pesar de las circunstancias ¡sí podían salir adelante, con paso de vencedoras!…
La Levodopa su ´gasolina´
Como la idea era luchar y no dejarse vencer, Dios permitió que su caso fuera investigado por el reconocido neurólogo Francisco Lopera y su grupo científico.
Gracias a su importante labor, se encontró la medicina (levodopa) que como dicen ellas, en términos jocosos, es la “gasolina”, que como el líquido inflamable que induce el movimiento en los carros, es el combustible que les da movilidad a ellas.
La levodopa disminuyó en un alto porcentaje su rigidez y les ayudó a normalizar y controlar los movimientos involuntarios en sus extremidades. Así pudieron desempeñar sus labores cotidianas con más agilidad, logrando mejorar su calidad de vida. Era para ellas, ¡como volver a nacer!
Nace Fundalianza
Por eso, tomando como herramienta básica su propia experiencia, y contando con el apoyo de su familia, de sus amigos y de reconocidos profesionales, y avaladas también por reconocidas instituciones como Amigos de los Limitados, Viva Palabra y Neurociencias, en el 2006 crearon el Grupo Sexto Gen.
El objetivo era apoyar a otras personas que tuvieran su misma condición. Y aunque al comienzo era poca la asistencia e incluso hubo días en los cuales ellas eran las únicas que iban a las actividades, nunca desistieron en su empeño.
Tres años después, con el apoyo de Clara Cecilia Agudelo Zuluaga, otra paciente con la enfermedad, su sueño se hizo realidad!…Crearon la Fundación Alianza Parkinson Colombia (Fundalianza), que hoy cuenta con ás 100 beneficiarios.
Indiscutiblemente, su generoso aporte humano, fue la semilla de lo que hoy es Fundalianza, que orgullosamente, llega en este 2004 a sus primeros 15 años de actividades.
Por tal razón, la historia de la fundación está indefectiblemente unida al ejemplo de vida de estas tres valientes hermanas: Aydé, Ilduara y Ángela Mejía, para quienes la fundación es el motor de sus vidas.
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